La energía y las lluvias
- Mercadotecnia Cysore
- 22 may
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Llegaron las lluvias, después de un periodo considerable dónde no veíamos ni una sola gota de agua. Aunque esenciales para el equilibrio ambiental, pueden tener consecuencias inesperadas en nuestras operaciones. A menudo, subestimamos el impacto que las precipitaciones pueden tener en la infraestructura energética, desde la disponibilidad de recursos hasta la eficiencia operativa. Y en ese sentido es necesario analizar cómo las lluvias afectan las operaciones de las empresas, especialmente desde la perspectiva energética, y qué medidas pueden tomarse para mitigar estos efectos.
¿Cuántas lluvias te han tocado esta semana? Una de las principales consecuencias es la interrupción del suministro eléctrico. Las tormentas, las inundaciones y los deslizamientos de tierra pueden dañar líneas de transmisión, estaciones transformadoras y otros componentes críticos de la red eléctrica. Para las empresas, estas interrupciones significan la paralización temporal de las actividades, lo que se traduce en pérdidas económicas considerables.
El mejor ejemplo es la pérdida de productividad en sectores que dependen de procesos continuos, como la manufactura o la producción de alimentos. Las paradas súbitas, debido a cortes de energía, pueden dañar maquinaria, desperdiciar materias primas y causar ineficiencias operativas.
Y es en estos casos dónde la estrategia más efectiva es tener alternativas a la mano que nos puedan suministrar de energía, aún si estamos enfrentando condiciones complicadas. La implementación de sistemas de energía de respaldo, como generadores UPS o fuentes de energía renovable (fotovoltaica ), es una medida clave para mantener la continuidad operativa durante los cortes de suministro provocados por fenómenos meteorológicos.
Durante temporadas de lluvias intensas, los sistemas de cogeneración de energía, a base de gas natural, pueden experimentar cambios en la oferta. Por un lado, en áreas propensas a inundaciones, un exceso de precipitaciones puede obligar a cerrar operaciones temporalmente para evitar daños estructurales.
Por otro lado, en zonas donde la infraestructura de energía es más vulnerable, las lluvias prolongadas pueden obligar a depender de fuentes de energía secundarias o menos eficientes, lo que aumenta los costos energéticos. Este es un fenómeno común en países o regiones con sistemas eléctricos inestables o altamente dependientes de un solo tipo de energía.
Las lluvias intensas también pueden afectar directamente la infraestructura en las propias instalaciones. Los sistemas de distribución interna de electricidad, como transformadores, cables y estaciones de control, pueden ser vulnerables a inundaciones y daños por tormentas eléctricas. La exposición prolongada a la humedad puede causar cortocircuitos, fallos en la maquinaria y paros inesperados.
Y es necesario que para reducir el riesgo, se invierta en sistemas de protección contra la humedad y la intemperie, así como en el mantenimiento preventivo de su infraestructura energética. Además, implementar sistemas de monitoreo inteligente que detecten y alerten sobre posibles fallos antes de que ocurran puede ser una medida efectiva.
El cambio climático está haciendo que las lluvias sean más impredecibles y, en algunos casos, más severas. Esta variabilidad afecta directamente la eficiencia energética de las instalaciones. Las empresas con procesos de alto consumo energético, como el sector químico o el de minería, pueden ver un aumento en su demanda de energía debido a la necesidad de gestionar los efectos de las lluvias: bombeo de agua, calefacción o refrigeración adicional y manejo de residuos.
Pero, al adoptar tecnologías de eficiencia energética que permitan reducir el consumo en momentos críticos, como sensores inteligentes, sistemas de gestión energética y almacenamiento de energía. Esto permitirá el ajuste en su consumo a las condiciones climáticas sin comprometer la productividad.
El impacto de las lluvias en las operaciones, especialmente desde el punto de vista energético, es significativo. Las interrupciones en el suministro, el aumento en los costos y los daños a la infraestructura pueden representar retos importantes. Sin embargo, al existir alternativas que las empresas pueden adoptar desde hoy, surge otra necesidad y tener una estrategia proactiva y diversificada podrán mitigar estos riesgos y, al mismo tiempo, aprovechar las oportunidades que las lluvias traen consigo, como el uso de recursos hídricos para mejorar la eficiencia operativa y energética.
Para enfrentar el futuro con resiliencia, es esencial que preparemos para los cambios, en cualquiera de los sentidos. De esta forma, podremos garantizar la continuidad de las operaciones y minimizar los riesgos asociados a fenómenos naturales.
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